Al lado
derecho del altar y contiguo a éste suele estar la credencia, una mesa o repisa sobre la que se tiene a mano lo necesario para la celebración de
los divinos oficios. En ella se colocan las
vinajeras y el manutergio, así como la campanilla y la bandeja para la
Comunión de los fieles (Rubricarum Instructum, núm. 528). También habrá de
reposar ahí, mientras no sea necesaria, la tercera vela, cuando sea costumbre
su utilización desde la Consagración hasta la Comunión (Rubricarum Instructum,
núm. 530). Usualmente, para guardar la simetría, se dispone otra credencia al
lado izquierdo, y en ella se deposita el leccionario en lengua vernácula, el
díptico con las preces leoninas, las cerillas, el apagavelas, las
despabiladeras y otros objetos similares.
Las vinajeras son cada una de las dos pequeñas jarras con que se
sirven en la Misa el vino y el agua que se emplean en la consagración, y que
vienen dispuestas sobre un platillo o bandeja. Las vinajeras actuales han reemplazado a
las antiguas ánforas que con el nombre de hama o ámula servían para recibir y llevar hasta el
cáliz el vino que los fieles ofrecían en la Misa. Con frecuencia eran hermosas
jarras de metal ricamente decoradas; otras se hacían de cristal o terracota y,
aunque con menor frecuencia, también de ónice u otros minerales. La
forma reducida de las vinajeras actuales data, por lo menos, del siglo XII.
Para su confección quizá el material más adecuado sea el cristal, porque
permite mantenerlas siempre limpias. Conviene que aquella destinada al vino se
distinga claramente de la que contiene el agua. El vino que en ella se vierte debe ser
natural, del fruto de la vid, y no corrompido (canon 924 § 3 del Código de
Derecho Canónico).
En España y en algunos países de Hispanoamérica se
usa una cucharilla para añadir una porción de agua al vino dentro del cáliz.
Rara vez se observa esta práctica en Italia y en algunos lugares en Alemania.
En los países anglosajones también era común el uso de una pequeña cucharilla
capaz de contener una sola gota de agua. El origen de esta costumbre se halla
en la regla que ordenaba que al vino con que se había de consagrar se añadiese
una pequeñísima porción de agua, que quedó recogida en el canon 814 del Código
de Derecho Canónico de 1917. Con la promulgación del nuevo código en 1983, el
uso de la cucharilla carece de sentido ritual propio. Éste mudó de
«modicissima» a «modica» la norma sobre la cantidad de agua a añadir al vino
durante la Misa, de suerte que hoy sólo está mandado que el sacrosanto
Sacrificio eucarístico se ofrezca con pan y vino, al cual se ha de mezclar
un poco de agua (canon 924 § 1). De utilizarse, la cucharilla puede ser de
cualquier metal y no requiere bendición alguna.
El manutergio o cornijal es el lienzo con que se
enjuga los dedos el sacerdote en el lavatorio de la Misa, que se efectúa con
posterioridad a la presentación del pan y el vino y, si cabe, la incensación
del altar. En esta operación se emplea
la vinajera del agua y un platillo de cristal sencillo. El lavabo con aguamanil es de uso prelaticio, pero
extendido en España a todos los sacerdotes.
En su forma más simple, la campanilla es un pequeño instrumento
metálico manual, generalmente en forma de copa invertida, que suena al ser
golpeado por un badajo, cuya finalidad es llamar la atención de los fieles que
participan en la Misa o en otras celebraciones. Las hay más complejas,
compuestas de dos o más campanillas de diversas dimensiones unidas por un solo
mango, ya dispuestas de forma horizontal, ya verticalmente. Este segundo tipo
es preferible, porque produce un sonido más rico y resultan más simples y
elegantes de sonar. Si por su tamaño la campanilla no puede dejarse sobre la
credencia, reposará del lado de la Epístola sobre la grada más baja del altar.
Dado que está prohibido el toque de cualquier campana desde el Gloria de la Misa vespertina del Jueves Santo
hasta el Gloria de la Misa de la Vigilia Pascual, para
dar la señal del Sanctus,
de la elevación y del «Domine, non sum dignus…» en la Misa in Cena Domini se usa una matraca. Ésta consiste en
una rueda de tablas fijas en
forma de aspa, entre las que cuelgan mazos que al girar ella producen un ruido
grande y desapacible. Se usa también en algunos conventos para convocar a
maitines.
La bandeja de comunión está ordenada por mandato
expreso de la Instrucción Dominus Salvator Noster,
de 26 de marzo de 1929, en todas las Misas donde haya comunión de los fieles,
salvo las solemnes y pontificales, en las que la rúbrica del ceremonial de
obispos y del misal indica que el diácono acompañe al celebrante
con la patena del cáliz. En su texto original, la Instrucción pide que
sean los fieles mismos quienes sostengan la bandeja bajo el mentón mientras
comulgan. Una respuesta ulterior de la Sagrada Congregación de Ritos,
contestando una consulta del arzobispo de Tolosa, permitió que sea el acólito
quien sostenga la bandeja, como habitualmente ocurre. Esta bandeja se confecciona en plata o
en algún metal dorado, sin cinceladura o decoración en su cara interna, y no se
dispensa su utilización siquiera por la existencia de mantel sobre el
comulgatorio. Su uso sigue siendo obligatorio para la forma ordinaria
(Congregación para el Culto Divino, Instrucción Redemptionis Sacramentum, núm.
93).
Jaime Alcalde
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